Después de la introducción, a finales del siglo XIX, de la placa seca y el rollo fotográfico, se desencadenó una serie de mejoras en los equipos y materiales fotográficos, que no solo favorecieron la calidad de las fotografías, sino que también simplificaron el manejo de los equipos. Paso a paso, la actividad de la fotografía se fue convirtiendo en una práctica cada vez más extendida: cámaras, lentes, luces, negativos, papeles, son términos que comenzaron a popularizarse más allá del ámbito de los entendidos y así empezaron a contarse por millones los aficionados a su práctica. Conscientes de esto, las compañías dedicaron grandes recursos a la investigación e innovación, sabedoras de que sus inversiones serían recompensadas por las ventas a esta gran masa de consumidores en el mundo entero.
Kodak, que contribuyó enormemente a la masificación de la fotografía, tenía bien presente que una cámara en cada hogar significaba por añadidura la venta y procesamiento de infinita cantidad de película. En consecuencia, en 1900 lanzó al mercado la cámara Brownie, la primera producida con el propósito de su venta masiva, por el precio de un dólar, 15 centavos de dólar el rollo de seis fotografías en blanco y negro, y 40 centavos el revelado (unos bluyines costaban entonces 8 dólares y un periódico, 5 centavos).
A principios del siglo XX, algunos fabricantes crearon modelos compactos, prácticos y económicos de cámaras en formato 9 × 12 cm y 6 × 9 cm, y película 620; con ello se siguieron mejorando los equipos y materiales fotográficos. Paulatinamente, se fueron introduciendo accesorios que posibilitaban tomas en condiciones de iluminación antes impensadas y mejoraban la calidad de la fotografía: equipos de luces, película en color, películas más sensibles, exposímetros, flash electrónico, cámara con película instantánea, lentes intercambiables, entre muchos otros.
Además de mejorar la calidad y las posibilidades para los expertos, la evolución de la fotografía posibilitó el surgimiento de legiones de fotógrafos aficionados, que por no necesitar esta actividad para ganarse la vida y no tener que responder a los requerimientos de los clientes, todo lo convertían en un objeto fotografiable. Por ellos, contamos hoy con millones de fotografías que nos revelan los aspectos más diversos de la vida humana y de todos los rincones mundo en el siglo XX.