Utilizar en cámaras de fotografía la película para cine de 35 mm era una posibilidad que algunos fabricantes de cámaras exploraron sin éxito desde principios del siglo XX, pero a partir de 1925, con el lanzamiento de la Leica, se abriría para la fotografía un nuevo horizonte. En un aviso de la época se leía: “Una cámara única para ser usada a la altura del ojo, incomparable por su solidez, su tamaño compacto y su fácil uso”. Su éxito fue inmediato y con ella nació el formato de 35 mm.
Pero vendrían más innovaciones que impulsarían definitivamente este formato: en 1932 salió la Cóntax y en 1934, Kodak lanzó al mercado el rollo 135, para ser utilizado por cualquier cámara de 35 mm y que permitía cargarla a plena luz del día con la asombrosa cantidad de 36 fotos sin tener que cambiar de rollo.
Tanto la Leica como la Cóntax, pequeñas y sofisticadas piezas de alta ingeniería que complementaban excelentes lentes, eran equipos que por su costo estaban fuera del alcance del fotógrafo aficionado medio; pero este, deseoso de una buena cámara a un precio módico, encontraría en la Retina fabricada por Kodak una muy buena opción. Aunque más modesta, la Retina conservaba buena parte de las atractivas características de sus antecesoras. Posteriormente, se produjeron máquinas de retratar mucho más económicas, como la norteamericana Argus, y ya con la entrada de las cámaras japonesas después de la Segunda Guerra Mundial terminaría de popularizarse este formato.
Las cámaras de 35 mm y de rollo 135 son equipos capaces de capturar desde el más mínimo detalle de un objeto pequeño situado a milímetros de la lente, hasta el situado a kilómetros, y todo esto en las más variadas situaciones. Desde los objetos inmóviles hasta los más veloces, desde las escenas más soleadas hasta aquellas en la penumbra, todo gracias a su pequeño tamaño y practicidad en su manejo, y a la gran cantidad de accesorios y películas desarrollados especialmente por los fabricantes para estas versátiles máquinas: lentes intercambiables, visores, respaldos, motores, filtros, etc.
De la cámara de 35 mm se produjeron toda suerte de modelos con distintas funciones y costos; así, en 1990 se conseguían desde sencillas cámaras con lente fijo para aficionados por 48 dólares, hasta equipos cuyo solo cuerpo podía valer miles de dólares, y que se debían complementar con lentes y muchos otros accesorios. Pero todas tenían en común que usaban el mismo rollo 135, usualmente en presentaciones para 12, 24 o 36 fotografías.